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Si algo tienen en común la felicidad y la comida es que ambos son una elección personal. Al menos, es así cuando tenemos más de lo que necesitamos y podemos elegir. Es curioso como según el momento de nuestra vida consideramos la felicidad de distinta forma. Cuando uno tiene carencias, la felicidad pensamos que está en conseguir aquello que nos falta. Cuando uno tiene todo lo que necesita, creemos que está en mantenerlo. Y cuando tenemos más de lo que necesitamos, ¿dónde está la felicidad?

La mayor parte de los que leerán este blog y yo misma pertenecemos, no sé si afortunadamente o no (eso daría para otro artículo), al último grupo: tenemos más de lo que necesitamos. Y como siempre en la vida, los extremos se tocan: tan peligroso es tener de menos como tener de más.

Cuando el problema es la sobreabundacia, nosotros elegimos qué comemos y bebemos. Y eso, que normalmente hacemos en cuestión de segundos, ante nuestra nevera o ante la carta de un restaurante, es la elección más importante de nuestro día. Porque con lo que elijas comer hoy vas a alimentar a tu corazón, que bombeará sangre a través de tu cuerpo para mantenerte activo toda la jornada; a tu cerebro y sus neurotransmisores encargados de generar ese bienestar que tanto se parece a la felicidad; a tu microbiota, esos casi dos kilos de bacterias que habitan en tu intestino y que son, sin que lo sepas, tu mejores aliados en la salud; a tus ojos para soportar esa pantalla de ordenador más de 8 horas; incluso a tus rodillas para que puedas salir a correr, como te gusta hacer cada mañana.

Aunque ningún alimento va a darnos por si sólo la felicidad, si está demostrado científicamente que hay algunos que algunos contienen sustancias que nuestro cuerpo utiliza para mejorar nuestro estado de ánimo. Veamos algunos:

– Ácidos grasos esenciales omega 3: presentes principalmente en pescados azules (salmón, caballa, sardinas, boquerón…), aunque también en frutos secos como las nueces y en semillas como el lino, cáñamo o las pipas de calabaza. Ellos, por un lado, van a reducir la inflamación en nuestros organismo y por otros van a engrasar nuestras conexiones neuronales y participar en la formación de los neurotransmisores más importantes para nuestro estado de ánimo: serotonina y dopamina. La falta de estas grasas esenciales está ligada también a un aumento de la hostilidad y la agresión. Estudios de Antropología han descubierto que hay diferencias considerables entre los cráneos de los primeros homínidos hallados en yacimientos arqueológicos en la costa africana comparados con los hallados en el interior del continente. Aquellos hallados en el interior tienen más mellas y abolladuras: los homínidos carnívoros de tierra adentro parece que se golpeaban más unos a otros que sus parientes de la costa que se alimentaban de pescado. El mismo principio parece que es aplicable hoy día: tan extraordinario como pueda parecer, existe una relación directa entre el índice de asesinatos de un país y su ingesta media de pescado.

– Vitaminas del grupo B: que nutren directamente nuestro sistema nervioso, reforzándolo para capear mejor el temido estrés. La carencia en este grupo de vitaminas esta asociado a estrés, ansiedad, irritabilidad y depresión. Una dieta variada, con productos frescos, nos provee sin problemas de estas vitaminas. Como ejemplos: huevos, almendras, espinacas, champiñones, carne de ave, pescado, plátanos…

– Antioxidantes: presentes en verduras de hoja verde y frutas de estación, que reparan los efectos que los radicales libres tienen en nuestro cerebro, mejorando nuestra capacidad de aprendizaje, memoria y estado de ánimo

– Cereales integrales: si hay algo que nos ayudará a mejorar nuestro estado de ánimo es abandonar el consumo de cereales refinados y azúcar. Los cereales integrales consiguen regular nuestros niveles de glucosa en sangre, consiguiendo que nos encontremos más alegres, motivados y con menos fluctuaciones en nuestro estado ánimo.

Comer es la elección más importante del día y de ella dependerá todo lo demás. En realidad, cada vez que nos encontramos frente a la despensa o a punto de elegir nuestro menú en el restaurante, deberíamos pensar: “¿cómo quiero sentirme hoy?” Al comienzo del artículo planteaba la pregunta de dónde se encuentra la felicidad cuando tenemos más de lo que necesitamos.

La respuesta es: exactamente en el mismo sitio que en los otros dos casos: dentro de nosotros mismos.

La felicidad es una actitud ante la vida. Si elegir nuestra comida es la decisión más importante que tomamos cada día, ser felices es la elección más importante que hacemos en esta vida. Y nada desde afuera tiene la capacidad de conseguirla. Nada. Ni siquiera un buen jamón de bellota 😉