Según los datos aparecidos en la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, la depresión es una de las enfermedades mentales más prevalentes del siglo XXI, en la que, el primer síntoma es la tristeza y la causa más común es el estrés. Aplicados ambos parámetros a la realidad de hoy en día, está estimado que existen más de 1.800.000 españoles con síntomas depresivos.
Los expertos calculan que para 2030 la depresión será la primera causa de discapacidad, representando “una de las primeras causas de pérdida de productividad, jubilación anticipada y ausencia laboral”. Eso supone efectos adversos a nivel económico: “se calcula que el 1% del PIB europeo se gasta en consecuencias relacionadas con la depresión”.
Según un estudio publicado en la revista BMC Medicine, comer una dieta saludable, que conste de frutas, verduras, legumbres y frutos secos y baja en carnes procesadas y azúcares, se asocia con la prevención de la aparición de la depresión. Este análisis de 15.093 personas sugiere que la depresión podría estar relacionada con el déficit de nutrientes.
El papel protector de la alimentación se atribuye a sus propiedades nutricionales, donde frutos secos, legumbres, frutas y verduras (fuentes de ácidos grasos omega-3, vitaminas y minerales) podrían reducir el riesgo de depresión.
Pero comer de forma saludable es mucho más que seguir una lista con alimentos recomendados y alimentos prohibidos. Requiere un cambio en la conciencia y en los hábitos de las personas.
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Pilar Esquer