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Encaramos el último mes completo de invierno, y aunque la primavera está a la vuelta de 8 semanas, el frío, la falta de luz y los virus son todavía el panorama dominante. Así las cosas, es muy común que en esta época del año, y para paliar la oscuridad y las bajas temperaturas, tengamos antojo por alimentos dulces o cafeína en un intento de recuperar nuestros niveles de energía.

Sin embargo, mientras que estos alimentos pueden darnos un momentáneo empujón, disparando nuestro nivel de glucosa y cortisol, la realidad es que este efecto viene rápidamente seguido de un desplome nuestro estado de ánimo y energía. Estas subidas y bajadas son muy difíciles de manejar por nuestro cuerpo y el resultado es que, a medio-largo plazo, son sentimos más cansados y descentrados.

Para mantener los niveles de energía estables nuestra dieta debe incluir buena cantidad de hidratos de carbono complejos, y el invierno tiene una abundante y sabrosa variedad de alimentos donde elegir: calabazas, alcachofas, chirivia, coliflor, zanahorias, legumbres… Estos alimentos, cocinados en forma de sopa, guisos, cremas o nuestras deliciosas “olletas”, en todas sus variedades, nos ayudarán a mantener de forma sana y estable nuestro nivel de glucosa en sangre.

Entre horas, es muy importante tomar algún snack que nos ayude a llegar a la siguiente comida principal con nuestras energías y ánimo intactos. Fruta de temporada, frutos secos y semillas conseguirán esto mientras nos aprovisionan de vitaminas y minerales esenciales para mantener el sistema inmunológico en pie de guerra.

Para convertir la comida que hemos disfrutado en energía para nuestro organismo, las vitaminas y minerales más necesarios son las vitaminas del grupo B, vitamina C y Zinc. Comer los alimentos propios de cada estación no sólo te asegura la ingesta de los nutrientes que más necesitas en ese momento, sino que abarata mucho la cesta de la compra.

COME SANO, SIGUIENDO EL RITMO DE LA NATURALEZA